El diagnóstico preciso del tipo de epilepsia es orientativo para encontrar el tratamiento más eficaz. Se recomienda iniciar el tratamiento de la epilepsia una vez diagnosticada la enfermedad, ya que el pronóstico empeora cuanto más se retrasa el inicio del tratamiento.
Las principales formas de tratar la epilepsia, son: el tratamiento farmacológico, la cirugía de la epilepsia, la dieta cetógena, el estimulador vagal (VNS) y el tratamiento hormonal.
El tratamiento inicial de un paciente con epilepsia siempre ha de ser empleando un fármaco antiepiléptico (FAE). El objetivo de estos fármacos es controlar las crisis epilépticas. Es decir, no es un tratamiento curativo, no eliminan la causa que produce la crisis pero sí eliminan los síntomas. Actualmente, este tratamiento es efectivo hasta en un 70% de las personas con epilepsia, pero hay que considerar la aparición de efectos secundarios.
Sin embargo, en ocasiones nos encontramos con que los pacientes tienen una epilepsia refractaria (ER) o fármaco resistente o de difícil control. Esto se debe cuando no se consigue el control de las crisis en un período máximo de diez años habiendo utilizado tres o más fármacos diferentes. En estos casos, la cirugía se convierte en la principal alternativa por proporcionar una mayor eficacia respecto a los demás tratamientos.
No obstante, no todos los pacientes refractarios son candidatos a la cirugía. En el caso de no ser candidato a cirugía, el paciente podrá ser sometido a otros tipos de tratamientos como la dieta cetógena, el estimulador vagal (ENV) o el tratamiento hormonal.
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